Entrevista a Rafael Ramírez, Coordinador Residente a.i. de ONU Bolivia
“Es un momento importante para reafirmar el compromiso con los ODS, la carta de la ONU y la consolidación de una cultura de paz”
Entrevista realizada para la Revista COSAS. Por Carla Tejerina/ Fotos Alejandra Reznicek
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Rafael Ramírez es ecuatoriano con estudios en Economía y Administración de Empresas y cuenta con una maestría en Finanzas de la Universidad Webster en Viena, Austria. Tiene más de 20 años de experiencia de trabajo en UNICEF. Se inició en Ecuador como oficial de operaciones, para luego asumir el cargo de jefe de operaciones en Vietnam. Más adelante, retornó a Latinoamérica como representante adjunto en El Salvador, y después asumió la responsabilidad de representante en Venezuela, de donde llegó a Bolivia como representante de UNICEF. Actualmente, además se desempeña de forma interina como coordinador residente del Sistema de las Naciones Unidas en Bolivia.
¿Cómo llega Rafael Ramírez a Bolivia? Hablemos de su familia y la experiencia de un nuevo país.
Llegué a Bolivia hace poco más de cuatro años como parte de una larga carrera en UNICEF que me llevó, desde mi Ecuador natal, a países muy interesantes como Vietnam, El Salvador, Venezuela y Bolivia. Cada nuevo
país es un reto, pero después de conocer a su gente, su cultura y sus paisajes siempre salimos con nostalgia y con grandes amistades, y claramente Bolivia no será la excepción. Tenemos tres hijos, ya grandes, así que aquí he contado con casi toda la atención de mi esposa, Graciela, lo que ha sido muy especial para mí. Y para asegurar recordar a Bolivia por muchos años, añadimos a la familia a un hermoso y sobreprotector perrito boliviano.
¿Quién es Rafael más allá de su faceta profesional?
Soy una persona relativamente simple que disfruta pasar tiempo con la familia en casa. Me gusta el cine de comedia, para distraerme un poco de lo dramático y duro que puede ser el mundo en ocasiones, y también el de ciencia ficción, para contrastar mis hipótesis sobre el futuro al que estamos yendo como humanidad.
¿Cómo describiría su papel como coordinador residente de las Naciones Unidas en Bolivia?
El rol general del coordinador residente es complejo y lo dividiría en tres grandes funciones o roles. Primero, la coordinación del aporte de las diferentes agencias, fondos y programas del Sistema de Naciones Unidas. Aquí tenemos 18 agencias que son firmantes del Marco de Complementariedad con el Estado Plurinacional de Bolivia, entonces son varios los actores que trabajan en diferentes temáticas con numerosos socios y contrapartes. Es importante reforzar sus capacidades para que puedan llevar adelante su trabajo, pero también asegurarnos de que haya ese alineamiento con los objetivos que nos hemos planteado conjuntamente el Estado. En segundo lugar, se encuentra el rol de apoyo y coordinación, ya más amplia, no solo de Naciones Unidas, sino de organismos no gubernamentales (ONG) para repuestas de emergencia. Lamentablemente —en la región y aquí en Bolivia—, no estamos exentos de estas situaciones; tenemos incendios, inundaciones, sequías y demás, entonces ahí está también el rol de ser un coordinador del equipo humanitario del país. El tercer rol es ser una interfaz entre el Secretariado de Naciones Unidas y el país y todos los elementos que lo componen. Para mí ha sido un desafío asumir estos tres roles, ya que estoy de forma interina por poco más de un año, pero al mismo tiempo es algo bastante gratificante.
¿Cuáles son los principales mandatos y objetivos del Sistema de las Naciones Unidas en Bolivia en este momento? ¿Puede proporcionar ejemplos específicos de cómo el Sistema de las Naciones Unidas en Bolivia está apoyando al país en áreas clave de desarrollo, seguridad y derechos humanos?
Lo que hacemos en Naciones Unidas se hace bajo el Marco de Complementariedad de Naciones Unidas para el Vivir Bien 2023- 2027, que es un acuerdo que tenemos las 18 agencias que somos signatarias y el Estado. Dentro de este se encuentran las áreas de enfoque en las que contribuiremos durante este ciclo y se dividen en tres partes estratégicas, que tienen que ver con: primero, las personas, es decir el desarrollo inclusivo, ahí hay temas de salud, educación, lucha contra la violencia contra la mujer, la niñez, entre otros; segundo, el desarrollo inclusivo, económico y sostenible, que tiene que ver con la economía, sistemas alimentarios, cuidado del medio ambiente y demás; tercero, la cohesión social y la gobernanza, que tiene que ver básicamente con la generación de diálogos culturales, de paz y el fortalecimiento de las instituciones.
Todo esto se hace alrededor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que es el gran mandato que tenemos como Naciones Unidas, en alineamiento, coordinación y articulación con el plan de desarrollo económico y social del país. Entonces, ahí es donde buscamos complementariedades.
¿Podemos mencionar algún ejemplo?
Es un trabajo muy complejo, en estas tres áreas prácticamente todas las agencias contribuyen de alguna manera. Entonces tenemos, por ejemplo, casos en salud donde se han llevado adelante esfuerzos muy importes, sobre todo después de la pandemia, para el fortalecimiento de la atención: prácticamente se ha renovado una buena parte de la cadena de frío que tiene el país para el tema de vacunas. En el área de educación, hemos apoyado también una reforma curricular y un manejo de tecnología dentro de las escuelas, temas de género, la reducción de brechas digitales y de aprendizaje, carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) para niñas y mujeres. En economía, hace poco estuvimos apoyando para verificar formas de financiamiento alternativo e innovador, como los bonos sociales. También acompañamos los diálogos digitales Bolivia Conversa, en los que se abren espacios de intercambio entre diferentes estamentos de la sociedad. Esos son algunos de los esfuerzos que se van haciendo para ir brindando asistencia al país en el cumplimiento de sus planes de desarrollo social.
En temas de derechos humanos y de justicia, ¿tienen algún ejemplo?
En el tema de justicia, el año pasado estuvieron trabajando varias agencias de la ONU, como el PNUD, ONU Mujeres y la Oficina del Alto Comisionado –que estuvo aquí–, sobre temas de diálogo abierto y de poner en una mesa a diferentes actores y escuchar perspectivas variadas sobre temas de coyuntura, las dudas y preocupaciones de opciones de caminos que puede tomar el país en diferentes sectores de la sociedad. Ahora queremos entrar en una segunda etapa de ese proceso de diálogos e intercambio de ideas y propuestas.
Justamente, sobre los temas que abordaron, ¿qué opina sobre la detención preventiva y la justicia?
Creo que se ve un consenso, en cierto modo, desde los diferentes sectores de la sociedad, de la necesidad de ir adelante con una reforma de la justicia. Todavía hay retos en cuanto a la forma de abordarla, pero es una buena señal que haya un consenso y eso lleva a reflexionar sobre cómo se puede apoyar en la facilitación de ese proceso. Dentro de este tema, hemos tenido la visita, a principios de 2022, del Relator Especial sobre la Independencia de Magistrados y Abogados, Diego García-Sayán. En este encuentro, él hizo unas recomendaciones, por ejemplo, sobre la detención preventiva y llamaba a no usarla de una manera indiscriminada y tenerla como una última opción. En este sentido, vamos haciendo seguimiento y observando lo que sucede en el país. Es importante que se aprovechen estas voluntades, que se expresan en diferentes ámbitos, de ir adelante con una reforma. Ahora lo que correspondería sería buscar mecanismos para llevarla adelante de una manera concreta. En Naciones Unidas estamos conversando con diferentes sectores, estamos apoyando y estamos a disposición. Es importante que se garantice la seguridad jurídica y predictibilidad, en cierto modo, sobre el funcionamiento del Estado y las relaciones entre diferentes sectores, lo que finalmente va a traer paz, inversión, entre otros beneficios.
Hablemos del sentimiento de esta relación y plataforma de encuentro entre la ONU y el gobierno, que se ha trabajado durante muchos años.
Yo soy de las personas que tiende a ver los vasos medio llenos. Tenemos una relación constructiva, no solo con el gobierno, sino con los diferentes poderes del Estado, la sociedad civil y el sector privado. Se trata de un proceso que se logra a través de sostener una visión a largo plazo y de lograr plantear objetivos en común o complementarios, es por eso que el Marco de Complementariedad responde a las prioridades nacionales e internacionales de desarrollo como la Agenda Patriótica 2025, el Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) 2021-2025, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, operacionalizada a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
¿Qué importancia tendrá la Cumbre del Futuro de septiembre de este año?
Es una cumbre bastante importante, en la que realmente los países, la comunidad internacional, el mundo, tiene que revisar, de alguna manera, los pasos a seguir. La cumbre de los ODS del año pasado permitió tomar cuenta de dónde estamos, de qué hay que acelerar –85% de las metas están con algún nivel de retraso–; la del futuro tiene que proyectarnos hacia adelante. Se van a abordar temas muy importantes como las gobernanzas, los marcos que estamos apoyando y en los que estamos involucrados los países. Es un momento importante para reafirmar el compromiso con los ODS, la Carta de la ONU y la consolidación de una cultura de paz. También se verán temas que nos afectarán mucho a futuro como la digitalización y la inteligencia artificial. Asimismo, temas de revisión de la arquitectura de los procesos de financiamiento al desarrollo. Todo esto tiene que reafirmar los compromisos y proyectarlos a un futuro; no es realmente un foro para cambiar el rumbo, necesariamente, pero sí para hacer el ajuste que sea necesario.
¿Cuáles son los principales desafíos y oportunidades que enfrenta la ONU en Bolivia en la actualidad, en su labor de apoyo al desarrollo sostenible?
Más que Naciones Unidas, creo que se trata de los retos que enfrenta el país, en los cuales podemos contribuir. Ahí hay varios, primero: consolidar la recuperación del impacto del Covid; en todos los países del mundo la pandemia fue importante, por ejemplo, en lo económico, en Bolivia hubo una reducción del PIB de un 8% el 2020 y un crecimiento menos dinámico desde entonces. Esa recuperación, que tendría que poner énfasis en temas de producción, trabajo, comercio, entre otros, también tendría que incluir acciones para mejorar la brecha de educación, la cobertura de servicios en salud, reducir la violencia intrafamiliar y atender la salud mental. Estamos, en términos generales, en ese camino, pero hay que continuarlo.
El segundo reto tiene que ver con los temas de cambio climático, la recuperación de la biodiversidad con los incendios; hay que trabajar la resiliencia de las comunidades afectadas y las de potencial afectación, además de la protección de los recursos hídricos. Todo este ámbito es un reto de país para el año.
El tercero es el tema económico, lograr mantener la estabilidad de precios, lograr tener la cantidad de divisas necesarias para cubrir los compromisos, tanto de préstamos como de importación de bienes y servicios de producción para mantener la economía andando.
Finalmente, el tema de la institucionalidad, la cohesión social. Hay varias iniciativas que se vienen este año, como la preparación y desarrollo de un proceso censal que hay que apoyar para que pueda cumplir con todas las expectativas puestas en él por la población. El tema judicial también tiene que resolverse y hay que acompañar la preparación de las elecciones para 2025.
Como Sistema de Naciones Unidas, reconocemos estos retos y oportunidades por lo que seguiremos apoyando, en la medida de nuestros mandatos, las prioridades de la agenda de desarrollo del país, que -en definitiva- son parte de nuestro trabajo de alineamiento con los ODS y la Agenda 2030.