Somos un mundo dividido. Podemos y debemos ser naciones unidas.
Las Naciones Unidas son un reflejo del mundo tal y como es, y una aspiración al mundo que sabemos que puede ser.
Es nuestra responsabilidad contribuir a crear ese mundo de paz, desarrollo sostenible y derechos humanos para todos.
Sé que podemos hacerlo. La Carta de las Naciones Unidas, que entró en vigor hace hoy 78 años, nos marca el camino.
Ante todo, se apoya en un espíritu de determinación de curar las divisiones, reparar las relaciones y construir la paz.
De ampliar las oportunidades, y de no dejar a nadie atrás.
De lograr la justicia, la igualdad y el empoderamiento para las mujeres y las niñas.
De prestar socorro que salva vidas a aquellos que lo necesitan.
Y de tener la suficiente flexibilidad para hacer frente a desafíos que ni siquiera existían cuando las Naciones Unidas nacieron: desde la crisis climática que supone un peligro existencial hasta los peligros y la promesa que encierra la inteligencia artificial.
Las Naciones Unidas se guían por valores y principios intemporales, pero no deben quedarse nunca congeladas en el tiempo. Por eso debemos seguir fortaleciendo las formas de trabajar y mirar a través de una lente del siglo XXI todo lo que hacemos.
En este Día de las Naciones Unidas, comprometámonos con esperanza y determinación a construir el mundo mejor al que aspiramos.
Comprometámonos con un futuro que haga honor al nombre de nuestra indispensable organización.
Somos un mundo dividido. Podemos y debemos ser naciones unidas.