WFP: Entiendo la importancia de hablar de tú a tú con personas del campo porque crecí allí
Gonzalo Vega es Boliviano y ha sido monitor de campo del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) por 15 años.
El camino de Gonzalo Vega inició cuando el gobierno local para el que trabajaba le dio la tarea de coordinar una intervención de emergencia con el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés). Él no lo sabía aún, pero ese primer contacto abriría un sendero que marcaría su vida, pues, desde entonces, no se ha quitado el chaleco de trabajador humanitario. En sus 15 años como monitor de campo en WFP, ha conocido y ha apoyado a miles de familias para que puedan acceder a alimentos en momentos de crisis por todo el país.
“Vengo de una familia humilde, eso significó que mis padres, ambos porteros de instituciones en provincia, me ayudaron a abrir más puertas de las que imaginé. El contacto con el otro y la empatía es fundamental en mi trabajo, no sólo coordinando con autoridades de alto mando. Sé y entiendo la importancia de hablar de tú a tú con personas del campo porque crecí allí”.
Un gesto para el recuerdo
El contacto que tiene con las familias es horizontal y directo, aprecia conversar con madres, padres o maestros. Esto, que parece un momento de distensión, es fundamental en su trabajo, pues esa cercanía le permite descubrir las verdaderas necesidades de muchas personas. Pero si bien el diálogo es fundamental, reconoce que su momento de mayor orgullo no fue mediado por las palabras, sino por un gesto, que recuerda con claridad.
El municipio de Sopachuy estaba enfrentándose a una fuerte crisis y WFP había realizado una intervención para atender a las familias con la modalidad de cupones por activos (CBT, por sus siglas en inglés). En esta modalidad, se entregan a familias afectadas por crisis cupones para canjearlos por alimentos. Es un trabajo agotador, de mucho contacto con personas que están muy angustiadas porque están pasando por un momento difícil, pero que, con los CBT encuentran un poco de alivio, ya que este apoyo les permite esquivar, al menos por un tiempo, el hambre y la preocupación.
Ese día, una anciana que momentos antes había canjeado uno de esos cupones se le acercó con lágrimas en los ojos; estaba llorando, recuerda Gonzalo. Él y sus colegas se sorprendieron por esa reacción. Minutos después la anciana les dijo que nunca en su vida había podido adquirir un quintal de azúcar. Se había pasado la vida comprando pequeñas bolsas que dispensaba como oro y por primera vez había accedido a alimentos que le durarían… ¡hasta por meses!
“Te sientes satisfecho, no porque tú lo lograste sino porque lograste canalizar algo para ellos. Se nota el cambio a nivel comunidad, a nivel de las pequeñas tiendas y negocios que existen en las poblaciones rurales, como también a nivel personal. La mayor satisfacción que uno recibe son las sonrisas y el agradecimiento de personas que sin tu apoyo pasarían hambre por meses”.
A veces, el trabajo de Gonzalo implica llegar a comunidades donde los estragos han roto cualquier tipo de comunicación con el exterior. “Es difícil, toma días, es incluso arriesgado llegar. Pero cuando piensas en que las familias que te esperan han perdido sus casas, terrenos y ganado, no importa, eres su única esperanza, te esfuerzas en cumplir tu misión y lo que más me satisface es trabajar por las personas más vulnerables.”
Este es un breve relato de algunas páginas de la vida de Gonzalo, un trabajador que ha dedicado los últimos 15 años de su vida atendiendo las necesidades básicas de familias vulnerables. Así como él, miles de trabajadores humanitarios dejan sus hogares día a día en búsqueda de crear mejores condiciones para aquellos que enfrentan situaciones de angustia. Te invitamos a leer más testimonios de trabajadores humanitarios en su labor en WFP conmemorando el Día Mundial Humanitario 2018.
Historia escrita por Morelia Eróstegui del Programa Mundial de Alimentos, visita la publicación original aquí.