El discurso de odio es un indicador de la discriminación, los abusos, la violencia, los conflictos e incluso los crímenes de lesa humanidad, como pudimos apreciar en la Alemania nazi, en Rwanda o en Bosnia, entre otros lugares. El discurso de odio no es aceptable en ningún grado; todas las personas debemos trabajar para erradicarlo por completo.
En la actualidad se dirige discurso de odio hacia un amplio abanico de grupos, a menudo por motivos de raza, etnia, religión, creencias o afiliación política. En los últimos meses ha aumentado el discurso de odio tanto antisemita como antimusulmán en Internet y en declaraciones públicas de líderes influyentes. Además, puede dirigirse discurso de odio hacia las mujeres, los refugiados, los migrantes, las personas de género diverso y trans y las minorías. Con las plataformas y herramientas digitales, que lo amplifican a escala masiva, trasciende fronteras y culturas.
En virtud del derecho internacional, los Estados tienen la obligación de prevenir y combatir la incitación al odio y promover la diversidad, el entendimiento mutuo y la solidaridad. Por ello, deben redoblar sus esfuerzos y cumplir estos compromisos, garantizando al mismo tiempo que las medidas que adopten preserven la libertad de expresión y protejan a las minorías y otras comunidades.
La Estrategia y el Plan de Acción de las Naciones Unidas para la Lucha contra el Discurso de Odio brindan un marco para afrontar tanto las causas como los efectos de esta lacra, y las Naciones Unidas están preparando los Principios Rectores para la Integridad de la Información a fin de guiar a los responsables de la toma de decisiones en estas cuestiones.
Como la juventud es a menudo la más afectada por el discurso de odio, sobre todo en Internet, ha de formar parte de la solución. A fin de crear espacios públicos y en Internet libres de discurso de odio es indispensable contar con la participación de la juventud, y en particular de niñas y mujeres jóvenes, jóvenes indígenas, jóvenes de comunidades minoritarias, jóvenes LGBTIQ y jóvenes con discapacidad.
Los Gobiernos, las autoridades locales y los líderes religiosos, empresariales y comunitarios tienen la obligación de invertir en medidas que fomenten la tolerancia, la diversidad y la inclusividad y de cuestionar el discurso de odio en todas sus formas.
En este Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, trabajemos juntos para promover la educación en derechos humanos, incluir a la juventud en la toma de decisiones democráticas y contrarrestar la intolerancia, la discriminación, los prejuicios y los estereotipos allí donde se produzcan.