La energía limpia aporta numerosos dones:
Puede purificar el aire contaminado;
Cubrir la demanda creciente de energía;
Garantizar los suministros;
Y conectar a miles de millones de personas a una energía asequible, ayudando a lograr que todos tengan acceso a la electricidad de aquí a 2030.
Todo ello, al tiempo que se ahorra dinero y se salva el planeta.
Una transición justa, equitativa y urgente de los combustibles fósiles sucios a la energía limpia es esencial para evitar los peores efectos del caos climático e impulsar el desarrollo sostenible.
Por eso, celebro este primer Día Internacional de la Energía Limpia;
Aplaudo la labor de la Agencia Internacional de Energías Renovables;
Y acojo con beneplácito el llamamiento que hicieron los países en la CP28 de triplicar la capacidad de energía renovable de aquí a 2030.
Creo firmemente que el abandono gradual de los combustibles fósiles no solo es necesario, sino inevitable.
Pero necesitamos que los Gobiernos actúen, que aceleren la transición, con los mayores emisores a la cabeza.
Ello requiere un aumento masivo de la financiación para el clima y, en particular, que los Gobiernos reformen el modelo de negocio de los bancos multilaterales de desarrollo para que fluya la financiación asequible.
Requiere que, de aquí a 2025, los países elaboren nuevos planes nacionales para el clima en los que se esquematice una transición equitativa y justa hacia la energía limpia.
Y requiere que los Gobiernos cierren la puerta a la era de los combustibles fósiles, con justicia y equidad.
Nuestro futuro con la energía limpia es imposible de detener.
Juntos, hagámoslo realidad más rápidamente.