Millones de personas del colectivo LGBTIQ+ siguen teniendo que hacer frente en todo al mundo a la injusticia por el simple hecho de ser quienes son, o por amar a quienes aman.
Me preocupan profundamente la violencia, la criminalización, el discurso de odio y el acoso a los que el colectivo LGBTIQ+ se ve expuesto, así como los nuevos intentos de excluir más si cabe a estas personas de la educación, el empleo, la sanidad, el deporte y la vivienda.
En muchos países se somete a las personas del colectivo LGBTIQ+ a prácticas profundamente perniciosas y humillantes, como supuestas terapias de “conversión”, intervenciones quirúrgicas y tratamientos forzosos y degradantes inspecciones físicas.
Al mismo tiempo, las personas LGBTIQ+ se cuentan entre los grupos marginados a los que más afectan las numerosas crisis interrelacionadas de nuestro mundo, como la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) la crisis climática, los conflictos presentes y la creciente desigualdad.
A las personas LGBTIQ+ les asisten los mismos derechos humanos fundamentales que a cualquier otra persona. La solución es clara.
Tenemos que plantar cara a la violencia dirigida contra el colectivo LGBTIQ+; deben ilegalizarse las prácticas perjudiciales; hay que ofrecer justicia y apoyo a las víctimas; y se debe poner fin a la persecución, la discriminación y la criminalización del colectivo. Debemos abordar las causas fundamentales de la marginación que sufren las personas LGBTIQ+, como elemento esencial de la Agenda 2030 y su promesa de no dejar a nadie atrás.
Para las Naciones Unidas es un orgullo apoyar y defender los derechos humanos fundamentales y la dignidad de todas las personas, incluidas las que conforman el colectivo LGBTIQ+.
Me dirijo a todos para pedirles que se unan a nosotros de forma que juntos podamos construir un mundo de paz, inclusión, libertad e igualdad para todos.