La niñez y adolescencia de Cobija necesita respuesta ante la emergencia por inundación
UNICEF estuvo en las unidades educativas y centro de salud que fueron más afectados en Cobija, Pando
Artículo original de UNICEF Bolivia.
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Tras la inundación en las calles de Cobija está bajando el nivel del agua, pero ahora están convertidas en ríos de basura y barro. Una mezcla viscosa de agua y tierra queda dentro de la ciudad y arruina todo lo que se encuentra a su paso.
Las aguas del río Acre ingresaron a la avenida Cheilo Luna Pizarro, donde está ubicada la Unidad Educativa “Héroes de la Distancia” dejando un panorama desolador. Lo mismo pasaba en el Centro de Salud “Mapajo”. En ambos inmuebles se logró rescatar algo del inmobiliario, pero ahora hay un trabajo extenso para volverlos a habilitar. Seis cuadras más allá, en la calle 11 de Octubre, la Unidad Educativa “Sofía Calpiñeiro Añez” también sufre por la inundación.
Edwin Gonzales no para de limpiar. Él es el custodio de la Unidad Educativa “Héroes de la Distancia”. El lodo está en todo el piso y muestra la altura a la que llegó la inundación: tres metros de agua que destrozaron varias aulas y su mobiliario. “El agua nos sorprendió. Por suerte logramos sacar muchos objetos del lugar, pero se quedaron también otros. Ahora queda limpiar y esperar la ayuda para que los niños y niñas regresen a clases”, lamenta Edwin.
El nivel del río Acre, que divide a Cobija de Brasiléia, en Brasil, alcanzó los 17 metros de altura, una cifra histórica que superó a la inundación de 2015 cuando llegó a 15,5 metros, según la Unidad de Gestión de Riesgos de la Alcaldía de Cobija. Ahora, gran parte de la ciudad se dedica a limpiar sus casas y calles para retomar la normalidad.
La directora de la Unidad Educativa “Héroes de la Distancia”, Irma Zaire, informó que mientras todo vuelva a la normalidad, los estudiantes de este establecimiento pasarán clases en la escuela del barrio de Villa Cruz, ya que está más alejada de la zona más afectada por las inundaciones. El lunes 4 de marzo, la mayoría de los alumnos de la escuela afectada fueron trasladados en buses hasta la infraestructura solidaria.
Zaire agregó que existe tolerancia con el horario de ingreso y en la asistencia debido a que en Cobija aún hay zonas que siguen inundadas, por lo que las familias se mantienen en los albergues. Es el caso de Zeins, un niño de diez años ahora está en el albergue del coliseo La Peta porque su casa resultó afectada por las aguas.
“Es triste porque nos contaron que nuestra escuela está muy dañada. Yo vi que el agua llegaba hasta el segundo piso y nuestros papás trataron de salvar las cosas que había. Iban en botes a tratar de ayudar”, relata el niño Zeins.
En Pando se declaró emergencia departamental y en Cobija zona de desastres por las inundaciones que sufrieron varios municipios de esa región, incluyendo a Cobija como el más afectado. Al menos 3.600 personas fueron afectadas por este fenómeno y 200 casas tenían el agua hasta sus techos. Dos escuelas quedaron cerradas y un centro de salud. Los tres inmuebles están en el barrio Mapajo.
UNICEF Bolivia llegó a la zona de desastre para conocer los daños en estas tres infraestructuras. En las dos escuelas se observó que los cuidadores intentaban retirar el barro de los pisos de las aulas. En el Centro de Salud “Mapajo” todavía no se inició la limpieza y reparación.
En la escuela “Sofía Calpiñeiro Añez” el panorama es más complejo que el de “Héroes de la Distancia”. En esta unidad educativa se cayó el muro que da a la calle Juan de Dios Ventemillas. Laura Caballero, la cuidadora del inmueble, relata que las lluvias afectaron a al menos cinco aulas, la oficina de la Dirección de la escuela y toda el área de educación inicial. Además, en un aula se encontraban las computadoras que el Gobierno central entregó a esta unidad.
En las paredes está la muestra de la tragedia. El nivel del agua en esta escuela también superó los tres metros. El lodo todavía revela el desastre. Hay barro por todos lados y dos personas están trabajando para reparar los daños. La Alcaldía de Cobija también ingresará a esta unidad. Los alumnos del “Sofía Calpiñeiro Añez” irán a pasar clases a la escuela del barrio de La Cruz.
“Acá sí que nos sorprendió la inundación. No pudimos sacar muchas cosas. Allá están las computadoras y pocas se salvaron. Mis cosas también las perdí, porque ya no se podía ingresar. Ahora solo queda trabajar y arreglar la escuela lo más que se pueda para que nuestros niños regresen a clases”, cuenta Caballero.
Al frente de la escuela Sofía Calpiñeiro Añez los vecinos trabajan en sus casas para retirar todo el lodo que quedó. Ellos irán también a ayudar a la unidad educativa para que sus niños y niñas puedan regresar lo antes posible a sus aulas. “Queremos ayudar para que la escuela vuelva a funcionar. Nuestros niños irán por el momento a otra escuela mientras ponemos a punto el Sofía (Calpiñeiro)”, dice Javier Loma, uno de los vecinos afectados por el desastre.
La situación más complicada la vive el Centro de Salud “Mapajo”. Sus paredes muestran hasta donde llegó el nivel del agua. Los consultorios están cerrados, pero el personal logró sacar la mayoría del mobiliario médico. El pasillo del establecimiento tiene puro lodo. Lo mismo en el ingreso. Es difícil caminar. Hay lugares donde el barro empieza a secarse y esa mezcla se transforma en algo similar al cemento. Las puertas del centro médico están dañadas. La sala de pediatría está cerrada, pero desde las ventanas se puede ver que el agua no tuvo piedad con las camillas y las mesas.
A lo largo de las veredas donde está el centro de salud hay tierra y aún se pueden ver charcos empantanados. En las calles hay desde muebles destruidos hasta ramas de árboles y demás escombros que los vecinos afectados van sacando de sus viviendas, tras el paso del agua. Hoy, Cobija se reinventa y pidió colaboración para que la niñez pueda pasar clases con normalidad y pueda acceder a los servicios de salud.