Guisela Vázquez Zabala: “Nuestro feminismo tiene que potenciarse y necesita más militantes con formación, que levanten sus voces y se sumen a nuestras luchas”
Este artículo fue escrito por la oficina regional de ONU Mujeres.
Gisela Vázquez Zabala preside la asociación de mujeres afrobolivianas “Cimarronas”, organización fundada hace tres años con la misión de fortalecer el desarrollo económico, social y cultural para lograr la igualdad de género desde las mujeres afrobolivianas y luchar contra todas las formas de discriminación racial, el sexismo y la pobreza. Su trabajo se centra en Los Yungas, La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Sucre.
La organización implementa programas de formación de liderazgo y prevención de violencia sexual dirigidas a niñas, niños y adolescentes; prevención de violencias con mujeres y brinda apoyo a adultas mayores y personas con discapacidad, buscando deconstruir el patriarcado, construyendo un mundo libre de violencia.
Gisela es comunicadora social y ha sido activista desde la adolescencia. Fue la primera presidenta del Consejo Municipal de la Adolescencia y Juventud en el municipio de Coroico, representante de las juventudes del pueblo afroboliviano para el Consejo Plurinacional de la Juventud y secretaria de comunicación del Consejo Nacional Afroboliviano – CONAFRO.
¿Cómo iniciaste tu camino como lideresa?
Empecé asumiendo cargos de liderazgo en el colegio, como parte de comité de jóvenes. Llegué a ser la primera presidenta del Consejo Municipal de la Adolescencia y Juventud en el municipio de Coroico. Ahí es donde empiezan a nacer las acciones políticas, generando demandas a la alcaldía de Coroico. En 2014, llegué a La Paz, a los 17 años y en ese momento mi primera lucha fue no dejarme consumir por la ciudad para no perder mi identidad, como lo hacían muchos de la comunidad. Fui elegida representante de las juventudes del pueblo afroboliviano ante el Consejo Plurinacional de la Juventud. Fue un paso muy importante porque conocí nuevos activistas de otras regiones del país y comprendí que nuestras necesidades eran tan iguales, pero tan diferentes a la vez. También, asumí el cargo de secretaria de comunicación del Consejo Nacional Afroboliviano (CONAFRO). Ese fue mi primer cargo nacional y está relacionado con mi formación de comunicadora social.
¿Cómo fue conformada la organización de mujeres “Cimarronas”?
El 2019 y 2020 fueron años muy traumáticos mientras éramos dirigentes del CONAFRO. Yo era la menor de todas y vi de cerca, lo sentí, lo palpé, cómo las violencias eran peores contra nosotras. Nos violentaban más por nuestra condición de mujeres, por haber sido dirigentes negras, por ser migrantes y ser hijas de campesinos, y así un montón de ataques se sumaban contra nosotras. Entonces decidimos conformar nuestra organización de mujeres “Cimarronas” para seguir generando acciones. Si bien, el CONAFRO es el ente matriz del pueblo afroboliviano, también necesitábamos una organización más autónoma donde se puedan generar políticas y acciones más directas a favor de las mujeres afrobolivianas.
¿Qué te motivó a interesarte en el activismo y la participación política?
El vivir de cerca de las injusticias y crecer en entornos de mucha violencia, donde el sistema machista es bastante común, me motivaron a formarme para potenciar mi liderazgo. También porque fui víctima de violencia en algún momento y mi primera lucha fue resolver cómo me ayudó primero a mí para después poder ayudar a mis compañeras. No quiero que absolutamente, ninguna mujer más tenga que agachar la cabeza o tenga que sentirse acomplejada de su cuerpo. Nos han estigmatizado con la hipersexualización de nuestros cuerpos, lo vivimos desde muy pequeñas y es un tema que también me motiva a continuar con mis luchas.
¿Cuáles consideras que son tus logros más relevantes como lideresa?
El primer logró es haber podido formarme desde abajo, afrontando un sistema patriarcal que sobrecarga responsabilidades a las mujeres. Por ejemplo, hay problemas en la casa o mi mamá se enferma y a la primera que llamaban era a mí, “porque eres mujercita y le tienes que atender” y no era lo mismo con mis hermanos, cuando la responsabilidad debe ser compartida. Por otro lado, asumimos que el ser mamá anula la participación social y política, porque la mujer solo debe cuidar a los hijos, y no debe ser así. Un gran logró fue reunir a tantas mujeres en los congresos, en los encuentros de mujeres afrobolivianas dándoles condiciones para que participen con sus hijos.
En definitiva, el logró más importante fue trabajar en procesos donde las mujeres nos hicimos más visibles dentro del Estado Plurinacional de Bolivia, pero también dentro del pueblo afroboliviano para que nuestros derechos se respeten y se cumplan.
¿Por qué es necesario promover la participación de las mujeres afrodescendientes en todas las esferas de la vida pública, especialmente en los espacios de toma de decisiones?
Hemos logrado participar de la esfera pública alzando nuestras voces, cantando, porque así funcionan los procesos de reivindicación del pueblo afroboliviano, por medio de la danza y otro tipo de expresiones que nos permitió protestar y exigir nuestros derechos.
Una conquista ha sido tener a nuestras mujeres representándonos, el tener una voz, unas trenzas, unas polleras de mujer afroboliviana en la cámara de senadores y en la cámara de diputados. Es decir, la participación política de las mujeres ha sido un gran logro, porque significa que si ellas llegaron, todas las demás hemos llegado también, Sin importar el color político, están trazando la ruta y significa el paso que yo, mi hermana, mis hijas o cualquier mujer puede dar. Además, estoy convencida de que la política partidaria, también es para las mujeres negras. Lamentablemente, se nos ha enseñado que la política no es para mujeres porque “hablan mal de una” y que “la política es sucia” y por eso dejábamos que otros hagan política por nosotras.
¿Cuáles son los retos que afrontan las mujeres afrodescendientes?
Primero, está el tema de la independencia económica, la autonomía económica, sobre todo la gestión de los recursos, porque las mujeres trabajan muchísimo, pero los ingresos son muy bajos y eso hace que exista mayor desgaste físico y mental que nos lleva a no tener una vejez digna.
Otro tema fundamental es el empoderamiento político de las mujeres, porque las demás compañeras, también tienen que empoderarse para demandar sus derechos. Un reto bastante grande, es el tema de la despatriarcalización de nuestros pueblos, pero yo los veo posible, no sé a cuánto tiempo, pero estamos generando acciones y dejando insumos para que nuestras compañeras se puedan apropiar y continúen la lucha.
¿Cuál es la agenda pendiente de las mujeres afrobolivianas?
El reto principal es el ejercicio pleno de los derechos y visibilizar la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las mujeres. Por ejemplo, si bien las mujeres afrobolivianas mayormente están en el territorio de producción de la hoja de coca, esto no significa que tengamos solvencia económica. Actualmente, hay crisis económica en Los Yungas a causa de la caída del precio de la coca. Lo ratificó porque mi madre es cocalera, mis primas son cocaleras y está generando más violencias contra las mujeres y nadie habla de eso.
¿Qué desafíos aún persisten y cómo podemos abordarlos?
Es importante continuar la lucha por el cumplimiento de nuestros derechos, a pesar de las estigmatizaciones que la sociedad aún tiene sobre las mujeres afrobolivianas. Es fundamental empoderarse de nuestra esencia, de nuestro ser y de nuestra identidad cultural.
También, es importante agarrarse de la lucha de nuestras compañeras afrofeministas que han escrito sobre nuestra realidad. Yo me autoreconozco afrofeminista, porque mi feminismo no es el mismo que el feminismo blanco. Por eso, nuestro feminismo tiene que potenciarse y necesita más militantes con formación, que levanten sus voces y se sumen a nuestras luchas.
Hagamos un solo cuerpo de nuestras luchas porque como mujeres afrobolivianas nuestras demandas siempre van a ser las mismas, porque nos van a vulnerar igual, van a hipersexualizar nuestros cuerpos igual y nos van a violentar igual, simplemente porque somos mujeres negras, migrantes y campesinas.