Pandemia: la pausa que nos empujó a repensar la educación y la salud
Un viernes, Natalia salió de su escuela de la mano de su papá que también cargaba en brazos a su hermanito, sin pensarlo fue su último día de clases presenciale
Un viernes, Natalia salió de su escuela de la mano de su papá que también cargaba en brazos a su hermanito, sin pensarlo fue su último día de clases presenciales. Al otro lado del país, Pablo y Juana esperaban ansiosos su control médico prenatal, que abruptamente fue cancelado por motivos de bioseguridad y reestablecido posteriormente con nuevas normas más restrictivas. Como ellas y ellos, millones de personas de todas las edades y regiones de Bolivia se enfrentaron a las diversas complejidades de la pandemia. Desde la llegada de la COVID-19 y durante estos casi dos años de emergencia sanitaria hemos tenido que repensar cómo garantizar el derecho a la educación y a la salud en una nueva normalidad.
En este tiempo difícil, la niñez no accedió a completar su esquema de vacunación de diferentes patologías, la cual disminuyó en un 72%1. Muchas mujeres se vieron restringidas en el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva. Además, un estudio realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)2, estima que el 10% de los estudiantes que estaban registrados en 2020 abandonaron el sistema educativo en 2021.
La pandemia reveló fortalezas y debilidades del sistema de salud que finalmente fue rebasado en sus tres niveles de atención, al igual que en el resto de los países de la región. A esto se sumó el impacto directo de la enfermedad en las y los trabajadores de salud, que a pesar de las dificultades brindaron toda su dedicación para salvar vidas durante la emergencia, no solo en las ciudades sino también en zonas alejadas.
La concentración de todos los esfuerzos en la respuesta de la COVID-19 redujo y limitó el acceso a servicios materno-infantiles, el cuidado de la salud de las mujeres embarazadas y la atención de los partos, la atención en salud mental, salud sexual y reproductiva y la prevención y control de enfermedades transmisibles y no transmisibles. El Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) observó que las restricciones en el suministro de insumos anticonceptivos por la emergencia sanitaria repercutieron en el registro de embarazos no deseados en adolescentes. En 2020, se registraron casi 40 mil embarazos, es decir, 103 casos por día, y seis casos de embarazos por día en menores de 15 años, según datos del Ministerio de Salud y Deportes.
El Estado boliviano trabajó por reestablecer el derecho a la educación promoviendo la educación virtual como una modalidad educativa. No obstante, se reveló la falta de competencias digitales de maestros y estudiantes; limitaciones en la conectividad a internet; desigualdades socioculturales (económicas y urbano-rurales), generacionales y de género en el acceso a dispositivos digitales, lo cual se identifica como la brecha digital. Según un estudio de UNICEF3 realizado entre 2020 y 2021, el acceso a la conectividad de estudiantes en municipios grandes y tendencialmente urbanos era del 53%, mientras que en municipios pequeños y tendencialmente rurales era apenas del 16%.
A lo largo de este tiempo, las diferentes agencias, fondos y programas de las Naciones Unidas en Bolivia sumaron esfuerzos para contribuir y fortalecer a la respuesta del Gobierno a la situación de la crisis creada por la COVID-19, enfocándose en la capacitación técnica, dotación de equipos, acceso a vacunas, retorno a clases y la reactivación socioeconómica, entre otros.
Se reforzaron las capacidades diagnósticas, la implementación de medidas sociales y de salud pública para mitigar la transmisión y fortalecer los servicios de salud para atención de casos moderados y graves, así como el desarrollo de acciones para el cuidado de la salud materna y la salud sexual y reproductiva.
La pandemia dejó claro que se deben concentrar esfuerzos para avanzar en la universalización y equidad en la salud, adaptar sus servicios y el sistema en todos los niveles del Estado para enfrentar con resiliencia las emergencias. Para abordar estos retos, la tecnología debe ser una herramienta fundamental no solo para la educación y la salud, sino también para la investigación y la innovación, en todos los ámbitos del desarrollo sostenible.
Los derechos humanos de todas las personas, en particular de aquellas en mayor situación de vulnerabilidad, deben seguir estando en el centro de las acciones para la recuperación postpandemia. Inclusión, innovación, inversión serán claves para asumir el desafío de repensar la educación y la salud para todas las personas.
La COVID-19 no puede poner en riesgo el desarrollo logrado, ni desviarnos del camino a mejores días, sólo es una pausa. Más aún, estamos frente a una oportunidad para un nuevo y renovado comienzo. Es urgente que el Estado, las autoridades, la cooperación internacional y el sector privado incrementen su aporte a la inversión en educación y salud. Esto implica repensar prioridades, generar nuevas alianzas y cambiar estrategias, con el propósito de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible ante un nuevo y más desafiante escenario.
En celebración del 76 aniversario de Naciones Unidas, ONU Bolivia publicará durante el mes de octubre una serie de artículos que buscan reflexionar sobre temáticas importantes para el país en el camino de la recuperación postpandemia. En cada caso, se plantearán hallazgos y recomendaciones desde la perspectiva del desarrollo sostenible y los principios de dignidad, igualdad de género y respeto a los derechos humanos, con el objetivo de contribuir a la construcción de un país mejor, sin dejar a nadie atrás.