WFP: Un alivio en la cordillera
En marzo de este año, el gobierno de Bolivia declaró estado de emergencia y desastre en más de 80 municipios debido a las intensas lluvias.
Doña Rosario ha trabajado por 29 años recibiendo clientes en su tienda “Comercial Cordillera”, un acogedor espacio lleno de alimentos y productos de primera necesidad ubicado en el municipio de Huacareta, en el departamento de Chuquisaca.
Este año su tienda atestiguaría algo que ella jamás imaginó. Después de las inundaciones, cientos de familias que habían perdido sus medios de vida se aproximarían a su tienda a comprar aquello que se había convertido en algo incierto en sus vidas: alimento.
En marzo de este año, el gobierno de Bolivia declaró estado de emergencia y desastre en más de 80 municipios debido a las intensas lluvias, inundaciones y derrumbes, superando las 5.200 familias damnificadas. Uno de los municipios más afectados fue Huacareta, y Rosario recuerda con claridad aquellos días.
Un 65% de las familias afectadas en seis municipios (Yacuiba, Villamontes y Entre Ríos en Tarija, y Huacareta, Huacaya y Padilla en Chuquisaca) estaban consumiendo alimentos por debajo de los límites de consumo normales.
“Nosotros vivíamos preocupadísimos, estamos lejos de donde vive la gente de campo, pero allá, donde ellos viven, han habido deslizamientos”, comenta desde su tienda, donde aún el clima está húmedo y frío dado que, a pesar de que las lluvias han disminuido, no han parado.
"Incluso de algunos, el agua ha tapado sus casas. De milagro se han salvado”, complementa.
El alivio
A pedido del Viceministerio de Defensa Civil, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés) inició una operación de emergencia para que las familias damnificadas rehabilitaran los activos perdidos a causa de las inundaciones y mejoraran su resiliencia.
En compensación por el trabajo realizado para rehabilitar o construir activos y para cerrar la brecha alimentaria, WFP distribuyó transferencias monetarias en efectivo o a través de tarjetas electrónicas. Las tarjetas podían ser intercambiadas en tiendas locales por alimentos y artículos de higiene.
Para llevar adelante la operación, el equipo de WFP seleccionó y capacitó a 14 comerciantes en seis municipios para procesar pagos virtuales para atender a cerca de 12.000 personas. “Tenía duda de poder hacer. ¿Será que puedo o no puedo?”, se preguntaba doña Rosario. “Pensé que era algo difícil, pero no, fue fácil”, asintió.
Luis Ayllón, encargado de logística del proyecto de WFP, comentó que al principio, muchos de los damnificados mayores tenían miedo de utilizar las máquinas para pagar, pero luego de recibir ayuda de los más jóvenes de las familias aprendieron su uso.
“Llegaron a las tiendas familias que nunca habían visto tantos productos, nunca habían podido comprar tanto. Fue verdaderamente un alivio para ellos”, relata Ayllón.
Proveedor en emergencias
Para estas tiendas, ser proveedores de WFP en emergencias fue un gran desafío. Por un lado, tuvieron que aprovisionarse y manejar un inventario superior al acostumbrado para afrontar la demanda. Por el otro, tuvieron que esperar hasta el final de la operación para recibir el pago por sus servicios ya que las familias hacían pagos electrónicos. Esta forma diferente de trabajar requiere de compromiso y confianza en el WFP.
Rosario y sus hijos recibieron a cientos de familias en dos semanas. Para ello abastecieron su tienda incluso con productos frescos, los más difíciles de adquirir en este municipio. Para ofrecer más diversidad, las comerciantes de Huacareta coordinaron con otras tiendas de carne y frutas para que las familias pudieran acceder a más alimentos.
Una vez que las familias habían dispuesto sus montos para sus necesidades más básicas y cuando les sobraba plata, Rosario les invitaba a dar una vuelta por la tienda para ver qué más se antojaban. “¿Unas galletitas para el té? ¿Unos dulces, quizás? ¿Alguna vez tuvo un gustito? Dése un gustito, con calma”, les decía Rosario a personas que hace unas semanas no tenían idea de cómo se alimentarían los próximos meses.
En “Comercial Cordillera” se atendieron a las familias con cariño y paciencia y este afecto no se limitó a los minutos del intercambio. Para hacer sentir más cómodas a las familias, se repartieron tiquetes de espera. Entonces podían ir a pasear por el pueblo y volver cuando les tocara su turno. Incluso para quienes no pudieron volver a sus comunidades, pues se había hecho muy tarde, se habilitó un espacio gratuito con frazadas para pasar la noche protegidos del frío y la lluvia.
Gracias a esta experiencia, Rosario, su familia y los otros comerciantes también se beneficiaron al generar ventas que obtienen normalmente en un año. Es así como WFP no solo apoya a los damnificados sino también a la economía local.
Sólo en Huacareta se inyectaron 1.2 millones de bolivianos (más de US$173.000) distribuidos entre los comercios participantes, proveedores y otros comerciantes de la zona. La familia de Rosario ya ha planificado qué hará con lo recibido: podrá mandar con mayor tranquilidad a sus hijos a la universidad, allá en la ciudad.
PARA CONOCER MÁS SOBRE LA INTERVENCIÓN PUEDES ENTRAR AL SIGUIENTE LINK: INTERVENCIÓN EMERGENCIA 2019