A medida que la población envejece, los sistemas de cuidados y apoyo se vuelven vitales para que las personas de edad sigan participando activamente en su comunidad y enriqueciéndola.
No obstante, muy a menudo las personas de edad carecen de acceso a esa asistencia fundamental, lo que profundiza las desigualdades y aumenta sus vulnerabilidades. Esta disparidad afecta incluso más a las mujeres, incluidas las mujeres de edad, sobre quienes recae la carga de los cuidados no remunerados.
Para que las sociedades sean más resilientes, es esencial que se reconozcan los derechos tanto de quienes reciben cuidados como de quienes los dan.
Debemos trabajar para cultivar sistemas de cuidados que se centren en las personas y sean sostenibles y equitativos, y que a su vez amplifiquen la perspectiva de las personas de edad garantizando que participen en la formulación de políticas.
Para eso hay que invertir en la infraestructura de cuidados formales a largo plazo, asegurarse de que haya oportunidades de trabajo decente y hacer que las personas puedan pasar de los cuidados informales a los formales.
Este Día Internacional de las Personas de Edad, comprometámonos a reforzar los sistemas de cuidados y apoyo que respetan la dignidad de las personas de edad y las que prestan cuidados.